EL TIO MIGUEL

¡MIGUEL,  MIGUEL…  MIGUEL!!!

Aquellos que te quisieron  casi ni lloraron, excepto una pequeña minoría que al no esperar tu repentina muerte solo vieron como remedio el camino de la desesperación y las lágrimas, la vida, una gente mala, egoísta y cargada de intereses miserables te condenaron a ser el malo que nunca fuiste, el paria que no deseaste y el desgraciado en el que te convirtieron.

Muchos interesados por la forma de tu muerte, pocos por su causa; Hoy ponían al alcance de tus inmóviles manos aquello que durante la vida no te ofrecieron por si lo cogías, te magnificaban en tu muerte, ya no eras el mal tratador, golfo, vicioso o el mal padre, injustos títulos que anduviste arrastrando durante el resto de tus años.

Con tu muerte hoy, eras el hombre que realmente fuiste, ese  que muchos tardaron tanto en darse cuenta que apenas llegaron a tiempo para compensarte de esos años, sus malas noches, el llanto amargo y la angustiosa soledad.

Las incesantes denuncias, embusteras acusaciones y continua humillación vivida,  palo tras  palo hicieron de ti la víctima de unas mentes enfermizas y crueles capaces de minar al ser mas fuerte, urdieron la forma mas eficaz de destruirte  arrancándote lo que mas querías, tus hijos, tu hogar, tu campo y tus sueños e hicieron de ti el pobre hombre que quisieron que fueras, caíste en su trampa sin oponer resistencia y por no herir a tus hijos cargaste con todo lo que quisieron hacerte.

Las diversas afecciones físicas en parte causadas por los equívocos remedios que empleaste para aliviar tu pena, el alcohol, el desorden y el fingido sentimiento de no  importante nada, de no sentirte nada, de ser nada.

Buscabas alivio al dolor de tu alma haciéndote el fuerte, buscando risas en los demás, a cambio de un gesto amable, unas palabras de aliento o una copa de aquel equivoco remedio para olvidar, algunos indeseables incomprensiblemente te tacharon de payaso, burda gente incapaz de apiadarse de de tu vulnerable alma, tu poca maldad tu desgracia y tu indefensión.

Muchos te conocimos más y mejor que tu propia familia, nuestras conversaciones, tus bajones, la pena, las pruebas de lo que me contabas, lo mal que lo pasabas y el futuro que mucho antes predecías y esperabas ; Por este motivo no podía callarme, tenia que decirlo, hoy no murió un borracho, un golfo,  un mal tratador o un mal padre, todo fue una asquerosa mentira de tantas que te adjudico la gentuza que logro hundirte, murió un hombre bueno con la vida destrozada por calaña insensata y carente de cualquier valor humano, la misma que supo utilizar a la justicia con artimañas y convertir así al maltratado en maltratador. 

Mis mas hondo pesar y mis mas sentidas gracias por aquellos recuerdos, agradables ratos que nos hiciste pasar, nuestras anécdotas, tus sinceras ayudas cuando nadie se prestaba en momentos malos, también nuestros cabreos por tu forma de comportarte y no dejarte guiar en algunas cosas y sobre todo y principalmente por formar parte de nuestra familia.

Yo vi en tu muerte, liberación, solo liberación, llore por dentro mientras veía hipocresía, presencias de compromiso y lágrimas de pava de algunos que nunca te comprendieron, pero también de ver como muchos quisieron hacerte su pequeño y sentido homenaje con su desinteresada presencia; hoy tu alma reventó tu maltrecho cuerpo y cansada de su injusta vida se sintió libre, voló al quien sabe donde que nadie conoce, el lugar de las buenas almas, ese lugar al que quienes te hicieron daño nunca podrán aspirar, el lugar merecido por nuestro querido, maltratado y mal pagado Miguel.

Descansa en paz.

El mudo.