jueves, 2 de agosto de 2012

AQUEL PUEBLO


Pueblo inerte, impróspero, insano,
de caciques beatos y esnobismo,
                                 parado en la tarde y el temprano,
treinta años atrás era lo mismo.

Entre calles plagadas de conventos,
pululan taciturnos los del sitio,
faltos de novedad y descontentos,
por la inactividad del municipio.

Paganas fiestas y celebraciones,
 aireando el joyero de cuando en cuando,
pagado por aportaciones,
a un insistente cobrador de hastió.

Silencioso combate de poder,
para ser solo más, poca cordura,
monolitos, reliquias del ayer,
recordando rencor y dictadura.

Envidiosos, desconfiados,
viven contando siempre las moneda,
poco amigos de pagar en mano,
jubilosos de hacerlo con pena.

Idolatras de kilos de escayola,
cristianos faltos de lectura,
constituidos en inmensa mayoría,
restos de mediocre dictadura.


                                                Vigilantes con sed de última moda,
incondicionales de los curas,
que forran a la iglesia de riqueza,
a costa de sus negras asaduras.

Podridas tiene el pueblo las ideas,
de yugos y de flechas enquistadas,
rechazando a prosperas empresas,
a las que hacen huir en desbandada.

No son solo importantes los festejos,
o eventos tan superficiales,
seguridad, cuidado para viejos,
más futuro para los chavales.

Dirigir un pueblo de esta guisa,
con una feria ya finalizada,
intentando fomentar la risa,
a cambio de letras impagadas.

Si el fundador de esta ideología,
levantara un momento la cabeza,
el libro que escribió lo quemaría,
para ser otra vez muerto de pena.

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