Desaparecieron,
la belleza, los ojos grandes, el pelo moreno y abundante, se fue la fuerza,
también la agilidad, los huesos se desgranan como viejas cortezas de árboles centenarios, menguado en estatura, solo quedo el hombre, sediento de
recuerdos, alimentado por la cosecha que
fue capaz de sembrar durante tantos años y la riqueza interna que creció
mientras lo externo se derrumbaba, algo con más valor que cualquier tesoro terreno.
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