Pedir perdón clavado
de rodillas, mirando al cielo, que fácil es pedir perdón ante un
Dios de escayola con la mano tendida en posición de perdonar, con un
cura hipócrita, cómodo, servil e ilustre comensal, expedidor de
certificados de perdón y parcelas en el paraíso.
¿Cómo sabéis que se
os perdona? será que el ídolo asiente con su cabeza ante la
demanda, puede ser el cura representante de Dios en la tierra quien
da fe a cambio de la limosna para los pobres creados por la codicia de
los que se aporrean el pecho los Domingos a una hora especifica. El
perdón no se obtiene así, no hay cruces suficientes para tanto
ladrón arrepentido de última hora, pero si abra látigos para tanto
sacerdote mercader.
Cuéntaselo a Dios, en
un monte, una habitación o subido en un árbol , cuéntale que
hechas a los desvalidos de sus casas por no poder pagar tu tributo,
porque les quitas el trabajo para que no lo puedan hacer, .cuéntale
las argucias de las que te vales para entrar en algunas camas a
cambio de alguna mensualidad atrasada, dile que eres un oportunista
de reconocida usura, también que eres incondicional de los tres
ángeles negros del siglo veinte, que desprecias a seres humanos por
no apoyar el espoleo y la explotación, dile que te sientes superior
al resto, que paseas tu opulencia por delante del hambre o que tu riqueza la debes a tu trabajo.
Eso no lo puede
perdonar un cura común, por muy amigo que sea, eso hay que
contárselo cara a cara a Dios, ese que no quiere amigos solo hombres justos, ese que no es de escayola, la fe no
tiene cuerpo, fe es el único clavo al que se aferran los indefensos
ante tanto ladrón sin arrepentir, y tanto cura misericordioso sin
licencia moral para perdonar en nombre de un Dios que no respeta.
Como tantos vivís
equivocados y engreídos en vuestra falsa bondad y buen proceder, con
un perdón ficticio que os deja impolutos para seguir cebándoos en
la gran despensa de la pobreza, la desesperación y el hambre de los
desposeídos .
Con la riqueza
amasada y la ayuda de los sacerdotes mercaderes, habéis fabricado
agujas a medida por las que pasan manadas enteras de camellos.
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