De poeta de pueblo me he instalado,
hago pequeñas rimas de agasajo,
por doquier las gentes solicitan,
una arenga sin más o un epitafio.
Yo pregunto, porque es de buen oficio,
si fue el finado bueno sin disputa,
si en su familia dio bueno o mal trato,
si fue un hombre de bien o un hijo puta.
Ciñéndome siempre a sus mentiras,
confecciono las rimas pertinentes,
verdaderos cabrones convertidos,
en santos de cuerpo presente.
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